El escritor y guionista granadino Salvador Perpiñá comenta por qué cree que "Siluetas y Sombras" es un libro sorprendente y necesario.
Con Salvador Perpiñá, en la presentación en Granada
(15 octubre, 2022, Discos Marcapasos)
Cuentan que el cachondísimo Zappa anunció la creación de su propio sello con la frase: "Justo lo que el mundo necesita, otra compañía discográfica". Parafraseando al bueno de Frank, podríamos preguntarnos ¿necesita el mundo otra biografía sobre Bowie? La respuesta sería "quizás" y, tras leer el libro de Juan J. Vicedo, pasa a ser: "desde luego que sí".
“Siluetas y Sombras. David Bowie” es un título que al buen fan le predispone favorablemente, ya que de él están ausentes camaleones, ch-ch-ch-changes y otros lugares comunes, optando por ese estremecedor berrido («Silhouettes and shadows, watch the revolution…») que abría a lo grande “Scary Monsters”. Hace ya 42 años. El devoto seguidor de Bowie ha leído algunas biografías, ha pasado años rebañando internet en busca de información, imágenes y chismes con los que alimentar el culto y, por tanto, podría enfrentarse con escepticismo a las páginas de un libro escrito por alguien con credenciales previas en el mundo del ensayo musical (ha escrito libros sobre Jarvis Cocker, Patti Smith o Dylan), pero que no vivió de primera mano los acontecimientos narrados. Sería un error que ello le disuadiera de sumergirse en las páginas de este libro de dimensiones justas. Ni demasiado breve ni demasiado tocho, como debe ser una biografía. “Siluetas y Sombras” está escrito con pasión y con rigor. Por supuesto que la cantidad de datos, anécdotas e información es valiosa, incluso para el más avezado bowiólogo, pero hay algo que la diferencia de todas los demás que yo conozca. “Siluetas y sombras” adopta un esquema sutilmente novelado. Con gran habilidad, Juan J. Vicedo combina la exposición de los hechos con afectuosas recreaciones de algunos momentos de su biografía, de modo que nos resultaría difícil distinguir la línea divisoria entre la conjetura, la imaginación y lo fehaciente. ¿Acaso importa? El mismo Bowie aseguraba no recordar apenas nada de sus años locos en Los Ángeles, hasta las trancas de cocaína y ha cambiado tantas veces de relato y de máscara (ahora soy yo quien recurre al tópico) que quién sabe realmente toda la verdad sobre la leyenda. Ese eficaz dispositivo narrativo imbricado en el libro, nos permite algo valiosísimo: por primera vez dejamos de ver al Bowie rutilante, enigmático, divino como él solo y nos encontramos con las andanzas no siempre gloriosas (la recreación de sus primeros años es fascinante y reveladora) del artista nacido David Jones.
Si no conoces nada sobre este extraño tipo de ojos con distinto color, si eres muy joven y estás empezando a ser arrebatado por su obra memorable, si te ha hecho feliz y musicalmente educado durante toda una vida, permítete un viaje por las páginas evocadoras de este libro sorprendente.
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